Celeste se marcha IX
En un santiamén, las haditas volvieron a encontrarse en la encrucijada frente al portón. Celeste estaba muy contenta de que rápido se hubieran congregado y no tuviera que ir a buscar a ninguna, como cuando jugaban a las escondidas y alguna se entretenía más de la cuenta. Les había hecho bien la primera jornada de las “trasonsolitas”. Después de abrazarse, se asombraron unas a otras con los relatos de lo que habían visto, pero pronto todas estuvieron de acuerdo con ir a comer porque tenían mucha hambre. Prepararon algo de lo que había en la alacena y se sentaron a cenar. Ámbar seguía entusiasmada enumerando las cosas fantásticas que había encontrado en el laboratorio del mago Saponino de Arañuela. Fuego que hablaba y se podía tocar, un dragón dormido con una cadena al cuello, incontables matraces con pociones multicolores, aprendices que pronunciaban conjuros para hacer aparecer y desaparecer objetos. Luna la escuchó con atención y luego actuó para ella algunas de las poses y caras q