La primera exploración IV
Como era la más pequeña, Luna escogió primero su rumbo. Sus hermanas tenían que encaminarla, pero ella no quería que vieran hacia dónde se iba. Entonces les pidió que se pusieran de espaldas. Ellas hicieron caso, pero de reojo la vigilaban. Luna sacó la semillita que había encontrado. Los reflejos del arcoíris aparecieron al instante en su mano. Cerró los ojos y desapareció. Ámbar, a quien se le había pasado el llanto y estaba emocionada por estrenar su varita, se apresuró a caminar hacia el rumbo de Volkjabás , a donde nunca había ido antes. Una vez oyó decir a su padre que ahí habitaban los magos más poderosos del país. Sus hermanas la acompañaron hasta la entrada del camino y se despidieron sonrientes. Cuando se quedaron solas, Celeste y Roble se miraron. Lo mejor era tomarlo como un juego, pero ambas sabían que sus padres se habían ido para siempre y que debían… hacer algo, aunque no estuvieran muy seguras de qué. -Nos vemos-, dijo Roble. Decidiré el camino desde arriba.